Perdido en América

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viernes, abril 28, 2006

El Proyecto Intrascendente

Hace unos años se puso en marcha en Colombia el ‘Proyecto Inteligente’, una iniciativa que perseguía aumentar la cultura informática de los profesionales colombianos y buscar competitividad en el mercado de servicios relacionados con tecnologías de la información. El ‘Proyecto Inteligente’ fue otro de esos emprendimientos gubernamentales que aunque tienen las mejores intenciones, fue pésimamente concebido y muy mal ejecutado.

El concepto general era entrenar profesionales Colombianos en productos de proveedores internacionales – tipo Oracle y Microsoft –. Los profesionales recibían el entrenamiento gracias a un crédito de COLCIENCIAS (Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología), el crédito era parcialmente condonado si se obtenían certificaciones internacionales en los respectivos productos sobre los que fuese recibida la capacitación. El Gobierno supuso que con un buen número de profesionales capacitados y certificados, aumentaría en ‘corto tiempo’ la competitividad del país en el área de tecnologías de la información.

El paradigma que se buscaba emular era la India, un país líder en lo que se refiere a capital humano entrenado para ofrecer servicios de consultoría en tecnologías de las comunicaciones y desarrollo de software, entre otras cosas. Sin embargo, el caso de la India dista bastante del intento Colombiano.

Analizando brevemente el caso Indio, lo primero es que este país fue colonia británica por mucho tiempo lo cual dejó como legado el idioma inglés como segunda lengua. En efecto, un buen porcentaje de los profesionales Indios hablan el suficiente inglés para defenderse en un ambiente laboral, cosa que por supuesto no ocurre en Colombia.

Por otro lado, el Gobierno de la India se dio cuenta hace un par de décadas de lo que nosotros estamos recién enterándonos: que el capital humano y los servicios relacionados con tecnologías de información y comunicaciones serían la industria del siglo XXI. Con esto en mente, la educación universitaria en la India fue mejorada sustancial y gradualmente, fortaleciendo las bases matemáticas y de razonamiento lógico de los estudiantes, desarrollando proyectos de investigación, contratando profesores extranjeros y alentando los profesores locales a doctorarse en el exterior. Esto por supuesto fue una tarea de décadas y no de ‘corto plazo’. Cosas como la capacitación en productos específicos y certificaciones internacionales fueron simplemente uno de los resultados de muchos años de esfuerzo en los aspectos fundamentales.

A grandes rasgos, fue así que la India con mano de obra muy bien capacitada pero barata atrajo la inversión extranjera. De hecho muchas de la grandes casas de software como Microsoft y Oracle tienen sede en ese país, y grandes entidades como el CitiGroup tienen localizados allí gigantes complejos dedicados al desarrollo e investigación en tecnologías.

El caso del ‘Proyecto Inteligente’ no fue ni parecido al de la India. No se fortaleció la educación en cosas fundamentales como las matemáticas avanzadas que requiere la ingeniería, y en cuanto al inglés se suponía que las personas que participaron en el Proyecto aprenderían este idioma el algún momento. Se habilitaron docenas de institutos de capacitación no formal y se aceptaron personas de cualquier profesión. Se esperaba que las personas se capacitaran, se certificarán y algunos incluso hablaban de practicas empresariales en los Estados Unidos.

En el año 2002 fui profesor en un instituto de algunos de los cursos del ‘Proyecto Inteligente’ y pude constatar la locura del asunto. Había profesionales de todos los estilos: médicos, arquitectos, periodistas, agrónomos, y uno que otro ingeniero, a los cuales se les estaba intentando capacitar en productos y tecnologías muy específicos, sin que muchas de estas personas hubiesen sido expuestas a conceptos básicos de matemática, razonamiento o lógica. Cientos de personas se apuntaron al Proyecto sin saber exactamente a qué se enfrentaban, sino simplemente buscando una forma de mejorar su condición laboral y socio-económica. Algunos de los institutos de capacitación que brindaban los cursos vieron su Agosto y ampliaron su capacidad para atender la demanda.

El resultado fue patético y trágico: muchos inscritos desertaron, algunos terminaron sus cursos sin provecho alguno, otros no pudieron terminar debido a que cuando el Proyecto empezó a decaer algunos de los institutos de capacitación quebraron por haber sobredimensionado sus costos fijos e instalaciones ante la avalancha de estudiantes del ‘Proyecto Inteligente’. Por supuesto, la mayoría de los estudiantes quedaron endeudados y existen hoy día innumerables tutuelas y procesos judiciales en contra del Proyecto pues muchos no quieren pagar al sentirse engañados.

Hace pocos días el director de COLCIENCIAS dijo por la radio que alrededor de 450 personas habían terminado exitosamente los cursos, obtenido las certificaciones internacionales, e imagino que la respectiva condonación. A mi me encantaría saber esas 450 personas que porcentaje son del total de inscritos en el ‘Proyecto Inteligente’; solamente en el instituto de capacitación en el que yo impartí clases, que era uno entre muchos de los autorizados, había al menos 150 estudiantes.


Al final el mayor logro del ‘Proyecto Inteligente’ fue que muchos ciudadanos perdieran dinero y tiempo, todas las metas acerca de mejorar la competitividad del capital humano y de emular el modelo de la India nunca se cumplieron, y creó que el país quedó tal como estaba antes, por ello me permito rebautizar el ‘Proyecto Inteligente’ como ‘Proyecto Intrascendente’.

lunes, abril 24, 2006

La vanidad duele

Con la esperanza de tener los dientes como modelo de comercial de pasta dentífrica me sometí al famoso 'Blanqueamiento Dental'. La odontóloga, con toda la sabiduría y responsabilidad del caso, me advirtió que la cosa podía ser algo dolorosa en especial para las personas que padecen de 'dientes sensibles' debido a que los químicos utilizados desgastan el esmalte de los dientes.

Hasta donde me conozco nunca he sufrido de dientes sensibles, a menos que tenga en cuenta la vez que un compañerito del colegio me dio una trompada en la boca pero creo que ese caso no lo contempla el diagnóstico odontológico de tal dolencia.

Con toda la información y predispuesto a un poco de dolor con tal de obtener la perfecta sonrisa, inicié el tratamiento que en condiciones normales tarda una sola sesión. Lo primero fue una profilaxis común lo cual nunca me ha causado traumatismo alguno, después de la limpieza comenzó la verdadera sesión de blanqueamiento. En el tratamiento al que me sometí, aplican un químico sobre los dientes y después los exponen por períodos de ocho minutos a la luz de una lámpara especial que se supone es de rayos láser.

Lo que no me imaginaba es que el dichoso blanqueamiento me iba a doler como un carajo y eso que no soy de dientes sensibles –a menos que la trompada que me dieron hace casi 20 años hubiese tenido efectos retroactivos–. La odontóloga se compadeció de mi sufrimiento silencioso, pero gestual, y decidió dividir el tratamiento en dos sesiones. La verdad sea dicha no le tengo mucha tolerancia al dolor, y aún menos cuando estoy pagandolo por pura vanidad... pero así somos los humanos.


Hace un rato salí de la segunda y final sesión de tortura –perdón tratamiento– los dientes me duelen solo con pasar saliva pero están blancos como para un comercial de Colgate.